viernes, 5 de febrero de 2016

Los fármacos que se usan en niños con TDAH pueden aumentar las psicosis

Los fármacos que se usan en niños con TDAH pueden aumentar las psicosis

    Los medicamentos que se utilizan para tratar el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) podrían aumentar el riesgo de efectos secundarios psicóticos en los niños y jóvenes pacientes que los consumen. Así lo asegura un estudio científico que se ha publicado hace unos días.

   Dichos posibles daños se producen sobre todo cuando uno de los progenitores de los niños medicados tiene antecedentes de una enfermedad mental grave. Los autores del estudio dijeron que el diseño de la investigación no les permitió probar una relación causal, sino solo hallar una asociación entre los medicamentos estimulantes y los síntomas psicóticos. Hubiera sido interesante pues diseñar mejor el trabajo científico.

   TDAH El estudio del que tratamos utilizó a 141 niños y adultos jóvenes de 6 a 21 años de edad. Casi dos terceras partes de aquellos a quienes se recetaron fármacos estimulantes tuvieron un efecto secundario psicótico. Esos efectos secundarios incluían alucinaciones, delirios, escuchar voces y/o problemas de percepción.

  En el grupo de chicos que no tomaron los medicamentos, los efectos psicóticos, fueron notificados en sólo una cuarta parte de los niños.

  El autor principal del trabajo, el psiquiatra Rudolf Uher -de la Universidad de Dalhousie en Halifax, Nueva Escocia- dice que esos medicamentos pueden ser extremadamente útiles, incluso en niños con antecedentes familiares de enfermedad mental. Y añade que las conclusiones del estudio “no quieren decir para nada que debamos dejar de usar estimulantes”.

Según Uher, hace mucho que los médicos saben que estos fármacos pueden provocar alucinaciones y otros síntomas psicóticos:



[Pero] lo sorprendente es la cantidad. Nadie sospechaba que estos efectos secundarios pudieran ser tan comunes”.

  Lo sabrán los médicos pero para mí que esto no se avisa con el suficiente rigor a tenor de las cifras de diagnóstico del síndrome y consumo de este tipo de medicamentos: El TDAH afecta a entre un 5 y un 10% de los niños en edad escolar de Estados Unidos y los estimulantes se consideran el tratamiento de primera línea para la afección.

 
   Ritalin Alrededor del 17% de los niños (entre ellos la  mitad de los que tenían un         diagnóstico de TDAH) recibieron recetas de ese tipo de fármacos como Ritalin (metilfenidato), Vyvanse (lisdexanfetamina) o Dexedrine (dextroanfetamina).

  Lo que no me deja tranquilo es que para saber quienes eran los niños con padres con problemas mentales analizaron a los padres y esto dicen que encontraron:

   Parece que los síntomas psicóticos relacionados con los estimulantes asociados con el tratamiento estimulante son más comunes, más complejos y más abarcadores en los hijos de padres con trastornos del estado de ánimo, en comparación con los niños cuyos padres no tienen una enfermedad mental activa”, comentó.


Madre mía, pues hoy tengo el estado de ánimo… y enfermedad mental activa… parece que se da por hecho que todos estamos enfermos de la mente sólo que una parte de la población no lo manifiesta.

  Al final lo importante es que se encontró que la frecuencia con que los estimulantes se asociaban con eventos psicóticos era mucho más alta de lo que investigaciones anteriores habían indicado. El hallazgo llevó a los investigadores a sugerir que el riesgo de efectos secundarios psicóticos NO debe continuar considerándose raro en esos niños.


El equilibrio entre el riesgo y el beneficio de esos tratamientos puede que no sea tan claro

miércoles, 3 de febrero de 2016


 El descubridor del déficit de atención confesó antes de morir que es un "Trastorno Ficticio".




     En su última entrevista , siete meses antes de su muerte por cáncer de próstata a la edad de 87 años, se distanció de su indiscrección juvenil.
Un hombre alto y delgado, con gafas y tirantes en 2009 abrió la puerta de su apartamento en la Plaza de Harvard para un café. Según dijo nunca había pensado que su idea sería tan popular. “El TDAH es un ejemplo de enfermedad inventada”, dijo Eisenberg. “La predisposición genética para el TDAH está completamente sobrevalorada”.
La psiquiatría infantil debe determinar más detalladamente las razones psicosociales que pueden conducir a problemas de conducta, dijo Eisenberg. ¿Hay peleas con los padres, la madre y el padre viven juntos, hay problemas en la familia? Estas preguntas son muy importantes, pero lleva mucho tiempo responderlas, dijo Eisenberg, quien agregó con un suspiro: “es más rápido prescribir una píldora”.

   Tal como se deduce del texto, Eisenberg murió en 2009, de modo que no se trata de una noticia de última hora. A pesar de que se había jubilado en 1993, continuaba siendo profesor emérito de la escuela de medicina de Harvard, y colaboraba con la edición de algunas revistas de psicología y psiquiatría.




      En 2007 publicó un artículo sobre el TDAH titulado when “ADHD” was “the brain-damaged child”. En él relata cómo en los años 40 y 50 del siglo XX, los niños con síntomas de TDAH eran calificados como niños con disfunción cerebral, etiqueta que posteriormente se convirtió en la de disfunción cerebral mínima.
     El resto del artículo relata cómo el TDAH, que era un trastorno poco frecuente se ha convertido en un problema que afecta a casi el 8% de los niños de Estados Unidos, con el consiguiente aumento de las prescripciones de fármacos estimulantes.


   "En los años sesenta apareció el protagonista de nuestra historia, Leon Eisenberg, quien volvió otra vez hablar de la enfermedad, pero esta vez con otro nombre, "reacción hipercinética de la infancia". Bajo dicho diagnóstico pudo tratar a alumnos difíciles, probando diferentes psicofármacos con ellos. Empezó con dextroanfetamina y luego utilizó el metilfenidato, droga con la que consiguió su objetivo y que hoy en día prevalece como tratamiento de elección: los niños enérgicos se transformaban en niños dóciles"


  En el año 1968 se incluyó la "reacción hipercinética de la infancia" en el Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM) y desde entonces forma parte de dicho manual, sólo que ahora recibe el conocido nombre de Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
Pero a donde quiero llegar es al final, donde escribe:
¿Ha habido un cambio real en la prevalencia? Si es así, ¿por qué? ¿O por primera vez se está detectando a niños que habían pasado desapercibidos? Se trata de cuestiones importantes y merecen una investigación sistemática. ¿Acaso no es el momento de que el NIMH y la FDA insten a los investigadores, facultativos y epidemiologistas a realizar una investigación sistemática a gran escala sobre asuntos de gran importancia para la salud infantil de América?
En dos años, Eisenberg pudo cambiar de opinión de que existe un grupo de niños que presenta una constelación de síntomas comunes a los que actualmente se llama TDAH, y que puede haber un abuso en la aplicación de ese diagnóstico (todo ello bastante documentado en el artículo de 2007) a pensar que no existe tal trastorno, de modo que cualquier diagnóstico de TDAH es claramente incorrecto. El caso es que ya no podemos preguntarle con cual de las dos posturas se siente más cómodo.

    El logro de Eisenberg y sus colaboradores fue conseguir que la gente creyera que el TDAH tiene causas genéticas, que es una enfermedad con la que se nace. Él mismo dijo, junto con las palabras en que decía que era una enfermedad inventada, que la idea de que un niño tenga TDAH (entendemos que la idea de que un niño sea muy movido y sea un alumno problemático) desde el nacimiento estaba sobrevalorada. Sin embargo, al conseguir que esto calara en la población y en los padres, el sentimiento de culpa desaparece, los padres se sienten aliviados porque el niño ha nacido así y el tratamiento es menos cuestionable. En 1993 se vendieron en las farmacias alemanas 34 kg de metilfenidato. En el año 2011 se vendieron 1.760 kg.

  El conocido psiquiatra, que llegó a hacerse cargo de la gestión del servicio de psiquiatría en el prestigioso Hospital General de Massachusetts en Boston, donde fue reconocido como uno de los más famosos profesionales de la neurología y de la psiquiatría del mundo, decidió confesar la verdad meses antes de morir afectado de un cáncer de próstata, añadiendo que lo que debería hacer un psiquiatra infantil es tratar de determinar las razones psicosociales que pueden producir problemas de conducta. Ver si hay problemas con los padres, si hay discusiones en la familia, si los padres están juntos o separados, si hay problemas con la escuela, si al niño le cuesta adaptarse, por qué le cuesta, etc. A todo esto añadió que, lógicamente, esto lleva un tiempo, un trabajo y acompañado de un suspiro concluyó: "prescribir una pastilla contra el TDAH es mucho más rápido" (a lo que yo añadiría "y mucho más ventajoso para el negocio de la psiquiatría").